Es posible
Aunque el hombre crea tenerlo todo estudiado, hay una fuerza superior a nosotros, donde nos dictan. Hoy sí, el mañana queda a merced como el globo con aire fuerte en las manos de un niño. Su condición es de superioridad.
La tripulación llevaba unos días a la espera de embarcar como estaba previsto. Su destino era Terranova, para la pesca del bacalao y otras especies. Una tormenta hizo suspender el viaje. La tripulación ya se encontraba en Rouan desde hacía unos días, costa norte de Francia. Cada cual se buscó alojamiento, algunos con sus familiares, otros sin familia en la ciudad, malvivieron en barcas de pesca menor, varadas en sus playas, al abrigo de sus ropas desgastadas.
Llegó el momento en que el patrón Olivier, hombre diestro y avispado, dio la orden de zarpar. Se puede asegurar que un porcentaje alto, ya conocían el viaje en el Océano Atlántico, otros con la angustia de lo desconocido, pesaba sobre su mente, sobre todo los jóvenes de poblaciones pequeñas, donde sus fantasías dan para un cuento nada agradable.
Louis, pasada la adolescencia, su futuro no lo tenia claro. Su padre, campesino de toda la vida, su madre, de igual modo, echaba una mano a todo lo que podía.
Aquella vida no era para él, cuando las cosechas tan sólo dan para abastecer lo básico, un trozo de pan que echarse a la boca y poco más, no se amoldaba y trataba de romper cuanto antes aquella miseria. “Mi madre siempre la veo con la misma falda y blusa de hace tantos años. Con mi esfuerzo le compraré el vestido mas elegante de la ciudad”. Eso le calmaba como bálsamo para su frustración.
Una mañana partió temprano hacia el puerto de Rouan, un corrillo de personas le hizo imaginar que sería el lugar, sobre todo los que embarcaban por vez primera, la gran mayoría jóvenes con ganas de buscar un futuro mejor. El responsable llevaba una libreta en sus manos y apuntaba a todo aquel que estaba dispuesto a vivir la experiencia y ganar unos francos más, cuando llegó a casa trató de hablar lo menos posible, para evitar el sufrimiento a su madre.
Aunque de poco vale ocultar un viaje en el que sólo faltan unos días para embarcar. (Todos tenemos unas circunstancias únicas y respetables ).
Su madre, al ver que eran las diez de la mañana, el silencio, ohhh silencio donde la mente busca saber, los pensamientos pueden ser de distintas señales, ¿por qué tú, prepotencia buscas el menos agradable?.
La víspera para embarcar Louis se echó en su cama con todo dispuesto, su voz no dijo nada, tan sólo unas palabras escritas en un trozo de papel que dejó en el aparador del comedor, y enfrentar la nueva vivencia que le esperaba.
La proa de la embarcación, sus aguas espumeantes, de un blanco intenso como recién pintadas en fachadas de cualquier casa, así lucia, y el cielo azul. la fusión de ambos tonos deslumbraba a todo aquel que se atreviera a mirar, surcó las aguas de Terranova.
La tripulación la constituían unas cien personas. Los primeros días es difícil dar con el nombre de toda la tripulación. El contramaestre algunos ya los conocían. Louis no pasaba desapercibido, novato en esos menesteres, ocultarlo es imposible cuando estás con un contramaestre con tantas millas recorridas. Ni mucho menos era una persona sin sentimientos, todo lo contrario, su corazón era noble, pero su cargo le hacía poner todo su empeño en el trabajo, a la hora de poner disciplina, era tajante sin miramientos y en un tono frenético. A más de uno, sus piernas les hizo temblar.
Se dirigió a Louis en este tono que para él no era nada agradable: ¡ Sí, tú, te hablo a ti ¡ tan desconcertado estaba que no sabía si estaba soltando redes o lo contrario.
Esos desaires le provocaban vergüenza que lo escucharan sus compañeros, le hacia perder más el control. Aburrido, esperaba del cansancio de los compañeros que ya a esas horas, se encontraban en un sueño profundo. Ese era el momento que gustaba respirar el aire fresco de la brisa del mar, reflexionaba sobre su vida, y el recuerdo de su madre.
Una noche, sentado ya en la mesa para cenar, su cabeza agachada como clavo de una fuerza extrema. Josep, el cocinero, no era la primera vez que se había dado cuenta, y sin pensarlo demasiado se fue hacia el y le comentó: ¿qué motivos tienes para estar en esa situación?. A partir de ese momento, cada día intercambiaban más impresiones, la amistad se fue afianzando, hasta incluso algunas noches, de echar alguna que otra partida a las cartas, todo jugador se esfuerza por ganar. Josep, al frecuentar más las tabernas, era más diestro en el juego, entre ellos no hubo nunca ningún reproche. Como todo en la vida, tiene un final. La embarcación bien abastecida volvió a puerto, y poco a poco quedo quieta sobre sus boyas. Algunos familiares ya estaban a la espera. Todo era festivo, cánticos no faltaron, algún que otro instrumento. De reencuentro, abrazos, besos, momentos memorables que quedan para siempre. La despedida de los dos amigos, fue de lo mas normal, unas miradas entre ellos. Louis partió para su destino, Josep se quedó donde siempre había vivido en Rouan, y en un momento en que parecía que era el final, giró su cuerpo y con su mano alzada, en ese preciso instante emocionado expresó su deseo, “volveremos a vernos ”. Con entusiasmo festivo. Louis apenas pudo oírlo.
Cuando una amistad es sincera, siempre queda en el recuerdo. Pasados unos años, una visita a Rouan pensó que era el momento de intentar volver a verlo. Alma que buscas, pone todo su empeño. Louis pasó por algunas tabernas, la primera dos personas sentadas a la mesa, en la tercera taberna, en el umbral de la puerta ante una cortina espesa, y sin apenas luz. Le vino el inconfundible olor al tabaco, al que tanto conocía. Apenas hubo palabras, sino una fuerte emoción. De un abrazo entre amigos.
Buen trabajo, misafo.
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