Inicio de vida
- ¡Buenos días profesor Anders!, exclamaron los niños a la entrada del profesor.
La mañana aparecía espléndida. El Lago Hjalmaren lucía como nunca, después de unos días de venticas y tormentas, aquellos rayos de sol que asomaban por la ladera Este, sus aguas adquirían tal belleza que todo aquel que podía, no reparaba al encuentro de tan atractivo lugar.
Las clases del profesor Anders, siempre tenían el propósito de que sus alumnos aprendieran lo mejor posible, vivió la experiencia de su padre y abuelo, ambos lo fueron por parte paterna. Esperaba ansioso a su abuelo cada noche, cuando acudía a casa, todo era atención. En esas conversaciones ponía el oído como nadie, su padre para nada quería interferir en su futuro, sino que fuese por convicción y determinación a la hora de elegir su profesión. Así paso a la tercera generación. En una de las aldea de Orebro en Suecia daba sus clases, la gran mayoría de sus alumnos eran campesinos, las carencias de las familias le atormentaban.
Anders se movió hasta lo incansable porque la aldea dispusiera de una biblioteca. Fueron años duros, hasta que por fin su sueño se cumplió, ver las estanterías con los libros ordenados, su corazón palpitaba afortunado, les transmitía el saber que aportaban los libros en una temprana edad, no le importaba después de finalizar las clases conversar unos minutos. Con toda seguridad las que nunca faltaban, Elin, Viveca y Karin, la comunicación iba sobre todo de la vida. Él conocía como nadie la sociedad en la que vivió, un siglo XIX donde imperaba la escasez, cuando acechaban las malas cosechas, las familias se estremecían.
La madre de Karin, Dora, mujer viuda desde hacia unos años, con un carácter enérgico, transmitía a su hija parte de su insatisfacción, había días de no fijarse en nada, era tanta la distracción por los problemas de casa, esperaba con ansias el encuentro con Elin y Viveca, las que les hacían olvidar y apaciguar con el del gozo del juego, crecieron juntas, marcharon juntas por un futuro mejor del que vivieron.
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