Todos los colores
Llega la noche, cenamos y todos buscamos nuestro descanso.
Son muchos los animalitos que salen hacer lo mismo o muy parecido a los humanos. ¿Curiosidades de la vida?, ¿tan diferentes somos?. Creo que no tanto.
El pueblo de Émile está cerca de una gran ciudad, todo se ha vuelto turbio. El apetito lo ha perdido, el sueño se ha vuelto diferente. Son muchas las preguntas que se hace, ¿cómo es posible que mi muñeca Olivia le haya podido ocurrir tal cosa? Decide llevarla al zapatero Noah. La observa minuciosamente:
- - ¿Has cumplido años en los últimos días?
Émile contesta:
- - Sí, fue la semana pasada.
Observa unas señales en un zapato, reserva dar más detalles:
- - Vuelve a llevarla tal como está. Te aconsejo que en estos días cierres bien el armario así como las ventanas de tu habitación, ¡ahh otra cosa más!. Toma estas dos monedas, es posible que las necesites y vuelves a pasar por el taller.
Cumplió tal como le aconsejo. En el silencio de la noche, cuando todo se vuelve paz, Émile oye un ruido del que apenas puede distinguir. Abre la puerta del armario y descubre, (¿dos duendecillos?). Su estatura no era más que la de una cerilla con cabeza. Ellos desconocían las palabras, se entendían mejor por gestos, su mundo era de lo más aburrido. El hecho de celebrar los niños sus cumpleaños años les irritaba, sin saber qué hacer en ese momento recordó las monedas que le dio el zapatero Noah. Aquel sonido al recogerlas de la mesita de noche, sus impulsos fueron tal que saltaron como locos, tal como se resolvió, queda para los tres. Lo que sí sabemos es que a la mañana siguiente en un ambiente de lo más espléndido, el balanceo de su cartera parecía un instrumento más cantar la canción a Olivia.
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